viernes, 28 de julio de 2017

El feminismo y los derechos de los hombres

Hay una herida en el hombre, al igual que hay una herida en la mujer y no puede haber evolución social o espiritual que valga mientras todas estas heridas no hayan sanado.  

 

Por cosas de la vida llevo unos años desconectada de este espacio. De antemano pido disculpas a quienes han visitado la página sin encontrar nada nuevo pero para producir nuevos contenidos es a veces necesario tomar distancia. Esta distancia, que en mi caso es no sólo mental y espiritual sino geográfica me ha permitido evaluar el proceso de este viaje que ha sido el feminismo. El feminismo como un movimiento global, local y personal. No es lo mismo hablar de feminismo en América Latina que en Europa, o en el Reino Unido que es donde vivo actualmente. No es lo mismo hablar de feminismo desde la perspectiva de las poblaciones vulnerables que desde la clase más acomodada de la sociedad. Y claramente, no es lo mismo hablar de feminismo entre hombres que hablar de feminismo entre mujeres. Cuando comencé a andar este camino, el feminismo se me presentaba como una verdad visceral (si es que se es válido decir que una verdad se siente en las entrañas). Por obvias razones, las experiencias de los hombres dentro del movimiento o con respecto a este me eran totalmente ajenas, así como para muchos hombres pueden resultar ajenas nuestras reivindicaciones. 

Ayer vi un documental que se llama 'The Red Pill'. Este es el trabajo de una documentalista feminista hacia el interior del Activismo por los Derechos de los Hombres o MRA por sus siglas en Inglés. El movimiento MRA básicamente reclama que el patriarcado y la opresión de la mujer es un mito construido por el feminismo y que son los hombres los que están realmente oprimidos. La prueba de esta opresión se centra en unos puntos muy concretos: 

- La vida de los hombres es desechable: Son los hombres los que van a la guerra. Son los hombres los que asumen los trabajos de mayor riesgo. Son los hombres los últimos en ser rescatados en una catástrofe (mujeres y niños primero.. y eso).
- Los hombres tienen los índices más altos de suicidio: Este punto se extiende para hablar de los roles de género asignados a los hombres y la presión por ser exitosos, productivos y proveedores.
- El sistema judicial está parcializado: Los hombres llevan las de perder en los casos de custodia por los hijos. 
- Más hombres que mujeres abandonan la educación superior, están desempleados o son habitantes de calle. 
- Cuando los hombres tratan de llamar la atención sobre estos problemas son silenciados por las voces feministas que de inmediato los acusan de misoginia, aislándolos aún más. 

A medida que veía el documental pensaba cómo cada uno de estos argumentos tiene necesariamente su contraparte desde la óptica feminista: 

- Durante tiempos de guerra las mujeres sufren la mayor parte de la violencia sexual
- Las mujeres se suicidan menos pero mueren más a manos de sus parejas.
- Por cada 1000 casos de violación sólo 6 hombres van a la cárcel.
- En el tercer mundo hay más mujeres que hombres sin acceso a la educación... etcétera. 

Todos estos factores -tanto de un lado como de otro- se soportan sobre estadísticas que pueden o no ser acertadas pero hay algo que es absolutamente real: donde quiera que haya voces de protesta, hay inconformidad, hay miedo, hay abandono. Mucha gente compara al MRA con la Supremacía Blanca, sugiriendo que no son más que el grito de una comunidad que estando en el poder se siente amenazada por el levantamiento de comunidades antes oprimidas. ...  Mucha tela que cortar. 

Yo a ciencia cierta sólo podría decir dos cosas: La primera, que parecería ser obvia, es que el extremismo nunca es saludable (incluso el extremismo en el que puede caer el feminismo... no nos digamos mentiras ahí). La segunda es que detrás de cada proclama hay una herida, y es eso lo que me interesa principalmente.  Hay una herida en el hombre, al igual que hay una herida en la mujer y no puede haber evolución social o espiritual que valga mientras todas estas heridas no hayan sanado. El extremismo, la violencia, las posturas "en contra de", son la infección de esa herida. Donde hay odio, en el principio sólo hay dolor.  Es hora de bajar la guardia para escucharnos. No podemos decir que hay un dolor que duele más. No podemos sentir cuál miedo es peor. Lo que sí podemos hacer es vernos en esa extrema vulnerabilidad en la que el sistema nos ha dejado, reconocernos en nuestra indefensión. Mostrar nuestras heridas para poder sanarlas.

El hombre actual se encuentra en crisis. Esto es real. El hombre ha perdido todo referente de masculinidad. Alejándose de la hipermasculinidad o de la masculinidad tóxica se enfrenta a su femenino sin saber por dónde agarrarlo al tiempo que la mujer trata de reivindicar esa energía y regenerarla. Pero la tarea de entrar en contacto con la energía de lo femenino es tan ardua que en el camino podríamos estar olvidando qué tipo de masculinidades son las que tratamos de construir. Es importante también revisar qué es la feminidad tóxica porque para que la herida de la mujer pueda ser sanada es fundamental que nos enfrentemos a la propia sombra de lo femenino. Si algunas de ustedes han estado trabajando con la madre oscura saben perfectamente de qué les hablo.

Creo que para que las reivindicaciones sociales tengan un efecto duradero, debemos construir a partir de nuestras similitudes, reconociéndonos en nuestro dolor.

Yo como mujer feminista quiero hacer espacio para esa construcción, pero por el momento tal vez,  sólo espacio porque hacer más podría ser castrador.  A los hombres que quieran decir algo quiero prestarles un oído. A los que quieran llorar quiero prestarles un hombro.  A los que quieran levantarse quiero prestarles la mano.  A los que quieran comunicar quiero prestarles este espacio. Porque como dice allá arriba al inicio de este blog, este es un espacio para la reconstrucción... un sembradío.

Ahora, todos los datos que respaldan al MRA han sido recogidos en Estados Unidos. Yo quiero saber qué opinan los hombres Latinoamericanos. Quiero saber qué pasa con la masculinidad en nuestros países. Qué representa para ellos el feminismo. Cómo entienden ellos el machismo. A qué le temen. Cómo se sienten oprimidos en su condición de hombres, si es que así se sienten. Cuáles son los retos a los que se enfrentan en el proceso de construcción de nuevas masculinidades.  Los invito a que me envíen sus comentarios a través de la página de Facebook para poder convertirlos en imágenes para un nuevo álbum. Construyamos un puente para que el futuro pueda comenzar en el medio.







sábado, 5 de septiembre de 2015

Migration is not a crime



I’ve been reading loads lately about the so called ‘migration crisis’. Questions about whether to call these people migrants or refugees have arisen and although I understand the difference, and the importance to make this difference clear to the general public, I would go a little bit further and say that in the end, the difference should not matter. Why? Because migrants or refugees, they –we- are all people. People whose lives matter, who are hungry and scared or simply tired and who are just looking for a better life. And that is not a crime. It’s a right … right?

I understand that dealing with migration is not easy. It’s hard for everybody to adjust. It’s scary living
together with “the others”. But there are so many misconceptions about the phenomenon of migration, not to mention a great deal of convenient historic memory loss. Has not Europe gone out before in search of better worlds? Has it not been a perpetrator and accomplice in the invasion of foreign lands and destruction of other peoples’ way of life? Don’t their citizens still feel welcome in the very countries they have plundered before? Are they not still entitled to this crazy post-colonialist white privilege thing wherever they go?


But ok. Let’s forget about that since it’s not you, young Europe, who colonized half the world 500 years ago. Let’s hear what people have to say today.  The other day I read a comment on Facebook saying that most of these ‘migrants’ looked very well dressed to be actually ‘escaping war’. The author of this brilliant comment then questioned whether they were actually endangered in their own country or just wanted to come and have a taste of what he called “supposedly rich countries”.  To that man, and to all of those that think like him I say: So what?


So what if they didn’t leave at gunpoint. Some immigrants did... those who we call refugees. Some others just wanted to try something new. So what? I am an immigrant. I left my country because I don’t like how things are there. Was I starving? No. Was I in constant death threat? No. But I wasn’t as happy there as I am here. Is that a crime? Have I ruined anybody’s life in any way? I work six days a week. I pay taxes. I try to make people happy at my job and every chance I get, I try to share with them my views on migration, drugs, prejudice, poverty, war; because, in one way or another, I’ve been a victim or a witness of it all. I just happened to be blessed with an EU passport, but a day doesn’t go by without me thinking of all those who are as desperate to leave as I was or even more, and are not able to do so.




What kind of world are we living in, that people have to be prisoners in their own countries?

So it doesn’t matter really, if they’re migrants, or refugees. If they want water and food, or just a better paid job. If they are running for their lives or maybe just looking for a good university to go to. Migration is not a crime. The search of a better life is not a crime. And if we fail to support the search for happiness of every human being, then we will not be worthy of our own.