martes, 16 de octubre de 2012

Y ¿qué es, a todas estas, una pareja normal?



Pues como venía diciendo, lo del poliamor no tiene nada de nuevo. En el principio, de hecho, fue el poliamor. No nos vamos a detener en reflexiones sobre cómo y por qué se estableció la monogamia patriarcal.. simplemente vamos a decir que la humanidad ha sido y será siempre de una u otra forma, presa de sus apetitos y de sus emociones. Que el sexo es volátil y el enamoramiento fugaz, y que tanto más pronto lo asimilemos mejor estaremos. 

Antes antes estaban las tribus, los clanes, donde los hijos eran hijos de todos. Como no se entendía muy bien el papel del hombre en la reproducción y mucho menos qué tenía que ver el sexo con todo aquello, la sexualidad era libre y la procreación también. 

Después vino la monogamia con sus naturales consecuencias: el adulterio y la prostitución. Y hasta hace poco, nadie parecía tener problema con ello tampoco. La esposa oficial era para una cosa, y las amantes para otra. La prostituta era a su vez una suerte de confidente y parte fundamental de la vida de los señores. Todos sabían su lugar en el acuerdo y llevaban la cosa con relativa calma, y así lo continúan haciendo en muchas partes del mundo. 

Además de eso no hay que olvidar que el matrimonio monogamico ni siquiera es una regla a nivel mundial. Sólo por nombrar algunas, está la tribu toda en la India, donde es común que varios hermanos compartan la misma esposa. Los Huaorani en Ecuador, los Masai, varias tribus del norte de América donde existía la poliginia sororal,  y muchas otras, como la tribu de los Wodaabe, del suroeste de Niger, donde los hombres pueden tener varias esposas, pero las esposas pueden abandonar a su marido en cualquier momento fugándose con otro si no están contentas. En cuanto a la religión, todos los patriarcas bíblicos eran polígamos, como lo son ahora los mormones fundamentalistas. 

Y por último pero no menos importante, la prueba reina: los miles  y millones de infieles que existen en el mundo y quienes se las arreglan con mucho trabajo para salirse con la suya diciendo una cantidad incalculable de mentiras y llevando con ello tristeza e indignación a sus parejas, hijos y amigos cercanos.  Y claro, los otros tantos penitentes que viven enamorados de todos menos de sus cónyuges, pero que escogen la serenidad y la compostura en favor de la calma social. 

No con esto quiero decir que las parejas auténticamente monógamas tengan un problema o estén engañándose a sí mismas y a los demás. Existen aquellos de temperamento fiel, también, así como los que pasan por épocas más y menos calmas.  Pero pienso que es importante llamar  la atención sobre esto porque para todos debería haber lugar en este mundo. Es por eso que me gustan tanto los Wodaabe... los que quieran tener una esposa, bien; varias, bien. Las que quieran estar siempre con el mismo, bien; las que quieran dejarlo cada año, bien también. 

Con todo y todo, y ante la irrefutable evidencia, la gente tiene todavía la osadía de hablar de lo que es y no normal.  Y yo pregunto entonces ¿qué es acaso una pareja normal? Ad portas de mi divorcio hace no mucho tiempo, me enteré que mis papás, tan normales ellos, habían tenido hacía mucho que ir a terapia para salvar su normal relación. Mis tíos están separados o en proceso. La mayor parte de mis conocidos ha puesto o les han puesto cachos. Mi esposo tiene una medio hermana de más edad. Conozco gente con dos familias, una escondida y otra oficial, y otros más aventados con dos familias oficiales. Tengo amigos que a sabiendas de su esposa se echan de vez en cuando una cana al aire.  Y se  de los que engañan también. Conozco muchos hermanos de diferentes papás. Conozco nietos que fueron criados como hijos, hijos ilegítimos que nunca fueron reconocidos y muchos otros que sí. Esposos enamorados de sus cuñadas, esposas enamoradas de los vecinos, profesores enamorados de sus alumnas y en fin....   Pero todo esto se ve como la excepción a la regla y mientras todos se sientan culpables y se den golpes de pecho, a la gente le parece bien. 

Pero ¡hay del que salga a decir que esto es lo más normal del mundo!  ¡pobre de aquel que confiese sus amores y revele sus apetencias sin muestra alguna de arrepentimiento y culpabilidad!
Ahí si todos se escandalizan y se aterran y abren los ojos grandes como platos soperos, aunque en esta acción haya más valentía y más honestidad que en todas las demás. 

Y es que...  ¿no es el amor algo maravilloso y abundante? ¿No es acaso una necesidad el placer? ¿No es la ilusión del enamoramiento un éxtasis y el sexo un arrebato? ¿No es en el espejo del otro donde mejor nos podemos ver?


No hay comentarios:

Publicar un comentario