Descubrirnos frente al espejo o frente a una cámara sin prejuicios, nos ayuda a recuperar el erotismo de nuestro propio cuerpo, a refrescar la forma en la que nos conocemos, a asumir el poder de nuestra sexualidad. No hay nada tan afrodisiaco como la imagen, con mayor razón si es una imagen positiva y sensual de nosotros mismos.
No hay verdadera revolución ni verdadero cambio hasta que ese cambio es vivido en la propia piel. Las ideas deben darse a luz en el cuerpo; los pensamientos deben -en el estricto sentido de la palabra- encarnar.
¡Así que comienza una revolución! Tráela a la carne, encuentra tu naturaleza, retoma lo que te pertenece.
¡EROTÍZATE!
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