sábado, 19 de septiembre de 2009

La ley del más fuerte, una excusa



Estamos grabados hasta la médula con el discurso de la ley natural... con el eterno cuento de la competencia y la supervivencia  del más fuerte.  Recientemente tuve que soportar una conversación en la que, una vez más, se esgrimió el viejo discurso de que si en el mundo hay gente pobre y jodida es (palabras más palabras menos) porque esa es la ley  natural: el fuerte, inteligente y aventajado trabaja, acumula y asegura su supervivencia y la de su descendencia porque esa es la forma en que funciona la vida. Al diablo con las consideraciones sociales... ¡es la naturaleza!

Pero en la naturaleza pasan muchas otras cosas. Cosas que  han sido desestimadas o al menos no tan publicitadas, simplemente porque no se acomodan a nuestro pensamiento ni a nuestro sistema social, político y económico, y no nos sirven como excusa para perpetuar la desigualdad. 

La naturaleza, además de presentar estas evidentes relaciones de competencia, presenta también otros tipos de interacciones que vale la pena considerar.   Todas las formas de vida en la tierra e incluso las condiciones abioticas en las que éstas se desarrollan (como el clima) dependen unas de otras y están indisolublemente unidas. Una población determinada depende de otras poblaciones asociadas, depende del suelo, del clima, de la vegetación. Pero esta no es una relación unilateral, sino que estos elementos se relacionan y actúan a favor unos de otros pudiendo decir del mismo modo, que por ejemplo, el suelo depende de las poblaciones, el clima de la vegetación, la vegetación del suelo, las poblaciones del clima, etcétera. Sin estas relaciones de apoyo, la vida no hubiera tenido lugar en la tierra y mucho menos hubiera logrado mantenerse hasta el momento.  Kropotkin por ejemplo, establece que es la cooperación ayuda mutua la cualidad primordial de la vida, el fundamento de toda sociedad animal, ya que ningún ser puede vivir aisladamente. 
Ya refiriéndose puntualmente a la raza humana, dice Humberto Maturana que "... dependemos, para la armonía biológica de nuestro vivir, de la cooperación y la sensualidad, no de la copetencia y la lucha."

De manera que no es la competencia sino la cooperación la que sostiene la vida en la tierra. La competencia existe, sí, pero es un mecanismo que sencillamente sirve para preservar algunas variaciones que aparecen y son adecuadas para la especie y su adaptación. 

Continuando la conversación,  luego hubo una alusión a la típica frase de  "el mundo siempre ha sido así", cosa que también me siento en la obligación de rebatir.  Existen claras evidencias de que aunque el mundo ha sido así  por mucho tiempo (eso no puede negarse) fue desde  el establecimiento de la dominación patriarcal y no antes de ésta, que tirarse al otro para poder avanzar uno se volvió supuestamente una "ley natural".  Aprovechándome un poco de la investigación de Casilda Rodrigáñez en su libro El Asalto al Hades, propongo el siguiente texto de Fray Bartolomé de las Casas describiendo los pueblos que encontraron en el Caribe a su llegada de España: 

"Carecen de toda forma de comercio, ni compra ni venta, y se apoyan exclusivamente en el en- 
torno natural para su mantenimiento. Son extremadamente generosos con sus pertenencias y por 
lo mismo consideran a su disposición las pertenencias de sus amigos y esperan el mismo grado de 
generosidad."

Aunque esto es sólo un ejemplo y este tema tiene mucha tela de dónde cortar, me parece que es un buen vistazo a lo que fueron las comunidades humanas en algún momento, y por qué no, podrían volver a ser. 

De manera que el cuento ya trillado del más fuerte y de que la naturaleza "es así", está pasado de moda y mandado a recoger. Esta es una historia que se ha promovido más de lo necesario porque es una excusa perfecta para un mundo que funciona gracias a la injusticia y la desigualdad. Es la justificación para que quienes han sido privilegiados se laven las manos ante las iniquidades y puedan todas las noches, irse a dormir tranquilos. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario