viernes, 28 de agosto de 2009

Sobre el recién nacido


Dejo aquí constancia de este fragmento de la obra de de F. Leboyer, Por un nacimiento sin violencia, en la que cuestiona el sufrimiento de los recién nacidos, "sufrimien­to que durante milenios se ha considerado inevitable e incluso conveniente". Este fragmento, que hace ya un año tuve la suerte de leer me conmovió hasta lo más profundo y abrió la puerta del camino que hoy recorro.
¿Decir- que no habla el recién nacido?

Venid, contempladle.

¿Hacen falta más comentarios? Esa frente trágica, ojos cerra­dos, cejas arqueadas, preñadas de dolor...

Esta boca herida por el llanto, esta cabeza levantada hacia atrás que pugna por escapar...

Esas manos, ora tendidas y suplicantes, luego a la cabeza, ese ademán de calamídad...


Esos pies que patalean furiosamente, esas piernas encogidas para proteger su frágil vientre...


Esa carne, presa de espasmos, de sobresaltos, sacudidas...


¿No dice nada el recién nacido?


Es todo su ser el que nos grita, su cuerpo entero el que, nos brama...


¿Existe otra llamada más desgarradora?


Y esta llamada que siempre ha lanzado el niño a su llegada, ¿quién 1a comprende, quién la escucha, 
quíén simplemente la oye?


Nadie


¿No hay aquí un gran misterio?

Extraído de "Mordisco de Lobo"

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