domingo, 28 de octubre de 2012

Lo que aprendemos cuando amamos


Entonces, poco a poco, vamos aprendiendo. 
Uno va aprendiendo, por ejemplo, que el cuerpo es de uno y no del otro. Que la sexualidad es de uno, y no del otro. Y que hay espacios que deben ser privados. 
Que la vida y el amor y el sexo, se comparten, pero no se entregan, porque uno siempre debe ser de uno mismo. 
Que el amor es grande... muy grande. Que el orgullo es una cosa muy fea, y que la infelicidad se deriva del prejuicio. 
Aprende uno que la libertad es bella y que el que es libre  -pero libre de verdad- vuelve... o acaso nunca se va. 
Que no hay nada más hermoso y enriquecedor que HACER lo que uno SIENTE y que eso siempre es posible en tanto que abrimos nuestro corazón, somos honestos y estamos dispuestos a dar lo que recibimos. 
Que no hay nada que duela más que las mentiras y que ante todo se debe tratar al otro con respeto.
Que el alma del ser humano es honda y bella y capaz de grandes cosas. Y que si no es capaz, no es por maldad, sino por miedo. 
Que el amor se aborda tradicionalmente con desconfianza, que nos enseñan a querer poner grilletes, pero que esto es porque nosotros mismos no somos capaces de ser libres y queremos que en nuestra esclavitud, alguien nos guarde compañía. 
Que la cabeza siempre se interpone al corazón. 
Que cuando no exigimos nada, nos dan todo y  si acaso no es Todo Todo, sí es siempre todo lo que el otro puede, y por eso está siempre bien.
Que la verdadera traición es el engaño. Que el amor es caprichoso, y que se mueve al vaivén del viento, pero también que sus raíces son profundas.
Que no hay ataduras para el espíritu. 
Que el sexo es hermoso y bueno -y cuando se vive sin culpa- enormemente liberador, relajante, edificante... embellecedor para el alma. 
Que podríamos y deberíamos querernos más y mejor. 
Que la capacidad de empatía no tiene límite cuando se la deja. 
Que nunca aprendemos más de nosotros mismos que cuando nos dejamos tocar verdadera y confiadamente por el otro. 
Que aunque a veces duele y es confuso, cuando hemos amado bien, aquellos que amamos estarán ahí para darnos la mano, para sostenernos cuando sintamos que desfallecemos.
Que la vida es como una rueda, que no podemos estar siempre arriba, pero que por lo mismo no tenemos que estar siempre abajo. 
Que es bello mirar a los ojos de distintas personas y sentir que, infinitamente, se les ama. 

Aprendemos en fin, que el amor es posible. 
Y yo amo. Y soy feliz. 

A todos los que amo, por la alegría infinita que traen a mi vida. 


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