viernes, 23 de agosto de 2013

¿Dónde se pone el amor?

No a menudo, pero esta será una pregunta para repetirse cada tanto, me pregunto cómo fue que llegué y traje mi relación a este lugar. Por qué aconteció todo así y no de otra manera. En un mundo que cultiva mayoritariamente las relaciones tradicionales (no voy a decir monógamas porque creo que muchas de hecho no lo son, aunque sea por debajo de cuerda) se nos educa con una y sólo una idea del amor. el amor que lo llena todo. El amor que cumple todas las expectativas. El amor que es verdadero en tanto que es eterno.  El amor con el hombre o la mujer QUE ES.  

Y despegarse de todo esto pues no es fácil. Estar con varias personas tiene, al igual que estar sólo con una, sus pros y sus contras. Su más grande pro, ya lo decía antes, es básicamente la multiplicidad de emociones que uno logra llegar a experimentar. Cada persona es un mundo, con cada una tienes un lenguaje, con cada una te exploras de diferente manera. Tiene otros: como la sexualidad, la compañía constante, la sensación de sentirse amado por mucha gente, la expansión de la intimidad, la construcción de la tolerancia, la práctica siempre compleja de la honestidad. 

Sus contras.. pues sólo por decir algunos, la dificultad social, la tarea emocional que hay que hacer para sobrellevar los celos, el esfuerzo psicológico que deviene de cada interacción, las preguntas permanentes, los cuestionamientos externos e internos, el miedo a ser abandonado -ya no por uno sino por varios.  Pero entre todos, diría que hay dos que hasta el momento me pesan más que el resto: 

Uno es que, al intimar con mucha gente, recibes todo lo bueno pero te expones también a todo lo malo.  ¿Qué quiero decir con esto? pues que las relaciones, monógamas o no, necesitan comunicación, tienen altibajos, están llenas de malentendidos, tienen crisis, piden ayuda.  Y si superar una crisis o un rompimiento con una persona es duro, pues con varios lo es mucho más.. o tal vez no sea más duro, pero al menos sí se hace más visible y de cierta forma pareciera más... ineludible. 

No todas las relaciones que uno establece en una relación abierta son iguales. Algunas son distantes y otras muy íntimas.  Algunas son físicas, otras emocionales, otras más mentales, o simplemente mezclas distintas de las tres. Todas, todas, pueden acabar en cualquier momento, y un rompimiento, un dolor, una deshonestidad, un malentendido.. siempre hacen sufrir; Sea con uno, con dos o con tres. Y esta es una realidad con la que hay que vivir día a día. La inminencia del fin. 

El otro contra que es duro de sobre llevar es ¿por qué estoy haciendo esto? Yo tengo miles de razones maravillosas.. muchas de las cuales he expuesto ya. Me las he trabajado duro con esta cabeza que no descansa y creo que me han quedado bien. Pero al final del día debo ser honesta conmigo misma y preguntarme de frente y a los ojos si no estaré haciendo esto simplemente porque me enamoré de una persona con la que no podía estar. Y ya. Sin tantas elocuencias, sin tanto parapeto teórico y hasta místico.  No será que tú -me pregunto ante el espejo ¿te enamoraste de una forma tal que decidiste trastocar hasta tus mismos cimientos para poder vivirlo? ¿No será eso y ya? 

Mucha gente piensa o debe pensar (digo yo) que yo hago todo esto porque es una forma de sentirme rara y subversiva. Porque me gusta "el drama", porque quiero ser diferente, más inteligente... acaso mejor.   No sé a qué horas construí esta imagen tan insoportable de mí misma, pero me parece que tengo razones de más para decir que está bastante consolidada y es .. digamos.. de amplia aceptación entre mis más cercanos.  

Pienso en eso y mientras suspiro y meneo la cabeza en señal de incredulidad, me pregunto de nuevo mirándome de frente ¿quién me conoce? ¿quién me ha visto el alma, al menos un instante para saber que eso no es así? Si supieran como dice Laura Esquivel, que sólo la olla conoce los hervores de su caldo. ¡cómo me gusta esa frase! Si supieran que, como decía el otro día, mis atalayas están derruidas y que ya no se bien qué me viene de afuera y que ya no sé bien lo que se me muere por dentro...  De todas las formas sabidas me he construido un muro enorme para que cuando me vean a los ojos no se note mucho que toda esta gente que me toca, me toca hasta el lugar más profundo. Me he sentado en el fondo de esta oscuridad cerrada para que no se me note cuando tengo miedo.  Me he contado a mí misma mis cuentos hasta que me los he creído, para así no llorar cuando más me dolía todo, cuando más me atormentaba todo, cuando más me cuestionaba todo. 

Yo no soy una heroína del amor verdadero ni una experta en relaciones. No soy la abanderada del poliamor ni el estandarte de la poligamia. No soy la verdad revelada. No soy la lanza. Ni soy el camino. Ni soy la respuesta. Ni soy tampoco una sola forma de amar o un solo destino. 

Soy una persona que busca. Soy el resultado de unas circunstancias. Soy, claro, el experimento de la vida. Soy una niña que se enamora. Soy una mujer que quiere estar completa. Soy una valiente. También soy una idiota...

¿Qué sería de mí hoy si las cosas no hubieran sido como fueron? ¿Estaría sola? ¿estaría con uno, con el otro o con alguien más? ¿tendría hijos? ¿sería feliz? ¿sería fiel?  No lo puedo saber porque justamente, las cosas fueron como fueron. 

Yo me casé queriendo lo que me enseñaron a querer. Buscando lo que me enseñaron a buscar. Pero no fue eso lo que encontré. Si eso pasó porque no me casé con "el que era" .. rebatible. Aunque mucho me lo peleen, a mí me gusta pensar que todas las decisiones son correctas porque son a su vez, la única decisión posible en el momento en el que la "tomamos"; es decir, bajo esas circunstancias y en nuestra muy personal forma de ver la vida. Si eso es así, pues entonces sí. Me casé con el que era. El que era, al menos, para ese momento... y también para este.  Lo que siga de aquí en adelante será un poco decisión nuestra, pero será también el parecer de la vida. Yo no esperaba todo esto a la vuelta de la esquina. Yo no veía venir al desamor, la crisis, el arrobamiento... Yo quería ser, como decimos tan ingenuamente, normal. Pero normal nunca existe. Normal nunca es posible. Porque si algo he aprendido es que todos padecemos de alguna cojera, de alguna ceguera, de alguna sordera. Y vamos así, chuecos por el mundo, sólo esperando a alguien que cojee con la otra pierna, que vea por el otro ojo, que oiga por el otro oído.  Si esto es posible en una sola persona, pues que a todos nos dé ese gusto la vida  (y que al verla, ojalá nos reconozca ella también). Pero si no, como decía nuestra querida María Teresa "...seguimos juntos y ausentes, con las relaciones que cada uno puede establecer en la vida y de la forma en la que cada uno la puede sobrellevar".


Y aquí les dejo a María Teresa por si no la han leído. 


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