domingo, 1 de septiembre de 2013

Dónde se pone el amor. Segunda parte


Tarde o temprano, esto va a doler. Eso es lo que deberían enseñarnos primero... antes de los felices para siempre. Antes de los vestidos de novia. Antes de los cientos y millones de imágenes de parejas felices, teniendo hijos felices, envejeciendo felices. 

Sí ... Tarde o temprano, esto va a doler. 

Siempre he sido una persona digamos, fácil al amor. Me enamoro sin pensarlo mucho y profundamente. Dejo que el amor se me suba a la cabeza, que me consuma, que me haga saltar muy alto a la vez que me invita a comer mucha tierra.  Amo con entrega y con dulzura. Amo como si en amar me fuera la vida. Doy casi siempre todo. Y todo, casi siempre, es demasiado.  En ese dar y en ese perder la cabeza, encuentro claramente una profunda satisfacción. Escribo poemas y me invento canciones. Dejo que un temblor permanente me recorra toda. Me arreglo, me sonrío, me pongo nerviosa. Abrazo como si un abrazo pudiera durar para siempre. Beso como si la boca del otro fuera el mismísimo aire. Amo. Dejo que me amen. Me hincho como un globo al calor de tanto amor. 

Pero luego, así como cambia el viento, un día se me escapa el entusiasmo por la ventana. Yo le digo que no, que se quede otro poco. Que la cama todavía está caliente, que ya me estaba amañando entre esos brazos. Pero me mira con el desespero de un niño y me dice que ya es hora, que ha pasado mucho tiempo, que el día está bonito, que hace sol afuera.  Yo miro a mi amor ahí acostado y lo veo tan cómodo y tan plácido... le digo entonces al entusiasmo que se adelante, que ya lo alcanzamos, que 5 minutos más de cerrar los ojos.. de sentir que todo dura para siempre. Pero en esa siesta de 5 minutos, no puedo ya más pegar el ojo. Sé que una parte de mi amor se irá tras el entusiasmo. Que se levantará y se irá a cuidarle afuera, porque a este hay que cuidarle de cerca.. no sabe medir bien las consecuencias de sus actos. 

Entonces respiro hondo.. hondo... y pienso: Tarde o temprano, esto va a doler. 


Luego queda el resto del amor. Ahí acostado y sólo, sin el entusiasmo. Le miro y siento que tiene un poco de frío.  Está sereno también. Aunque ha perdido un poco el verdor, sus ramas parecen cada día más fuertes. Es como un palo de sauce.. así con sus hojitas mirando para abajo.. pero vivo.. vivo al fin y al cabo. Este amor que es como un sauce, sabe aguantar las heladas de la madrugada. Sabe cubrirse de lo que hace daño, y sabe darme sombra cuando el sol abrasa demasiado. Este amor ya dolió también. Dolió harto y dolió hondo. Sobre todo la primera vez que sintió la herida que dejó el entusiasmo al fugarse sin decir nada. En esa herida crecen hoy otro tipo de ramas. 

Miro a mi amor sauce...  imagino cómo sería la vida si algún día me faltara y pienso: Tarde o temprano, esto va a doler. 

Y como nada es concreto y nada es estable, y todo en el afecto pareciera tener el carácter y la textura de... una jalea, pues el entusiasmo también va dejando cosas regadas y pegadas por ahí. Se deshace, digamos; y se reparte. Y aunque los vientos lo llamen y el sol lo invite al parque, y aunque el sauce lo esté esperando siempre bajo el mismo cielo, y aunque se le pierda la mirada entre la gente, y aunque pase el día soñando despierto, de vez en cuando se estrella con  un amor nuevo y bello. Un amor que le pone distancias. Un amor que no es, como él, una bola de fuego, un volador sin palo. A veces se encuentra con un amor que le cuesta y entonces ahí sí... ahí sí se queda pegado como un chicle. ¡Y podrán venir las tempestades! Y podrá ser ese afecto el más árido, el más rancio, el más triste, el más seco. ¡No!  ahí sí siente que se queda para siempre. Ahí sí siente que toca el infinito. Ahí sí conoce lo que es no desmayar por años y años. 

Yo lo miro con incredulidad y le pregunto ¿en serio? Me sube los hombros y contesta: "ni modo". Y mientras otea el panorama buscando nuevos desencantos, ahí se le hace de noche... y de día... y de noche. 

¡Qué fácil es a veces enamorarse! ¡y qué difícil es siempre dejar de amar! 

Miro a mi entusiasmo pegado en un suelo estéril y pienso: Tarde o temprano, esto va a doler. 


... Tarde o temprano esto va a doler... 

El amor siempre vale la pena. Sea o no correspondido. Sea para siempre o para un día. Sea liviano o pesado. Largo o corto. Ligero o profundo. Dulce o amargo. 

El amor es en efecto -como nos han dicho- felicidad. Pero la felicidad se enraíza en el hueco que cava la tristeza, y la estabilidad se sienta en el trono de la inconstancia. El amor, tarde o temprano, ha de doler. 

Ama siempre con esa consciencia. Sin duda hará más encantadora la subida y tal vez al final, hasta te sepa a dulce el porrazo. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario