sábado, 14 de septiembre de 2013

A veces


A veces yo también necesito su mano ¿sabe?
No soy una fortaleza
Mis atalayas están derruidas
Y ya no sé más lo que me viene de fuera
Y ya no sé más lo que se pudre por dentro

A mi me gusta abrir todas las ventanas
Me gusta dejar entrar al sol sin miramientos
Pero rápido me ensordece el ruido de las aves…
No las de afuera, no.
Sino las que habitan el agujero negro de mi alma

A veces yo también necesito su abrazo ¿sabe?
No sus problemas
No sus preguntas
No sus abismos

A mí me gusta sonreír mientras el viento me pega en la cara
Correr descalza…
Pero pronto se me llenan las piernas de espinas y cardos
Y siento que por las heridas de los pies se me escapa la vida

A veces yo también necesito una piedra para sentarme
Un árbol que me de sombra
Un paraguas

Un espalda para aferrarme
Una boca que me bese la frente
Un brazo que me trinque la cintura

A veces yo también necesito que se me ame entera
Que se me busque
Que se me encuentre

A veces me gusta que se me lleve al galope
El pelo suelto
El aliento agitado
El barullo del mundo perdiéndose en la distancia. 

A veces me gusta ver pa’ arriba
Contar estrellas
Que se me erice la piel del puro frío
Para encontrarme con el calor de su cuerpo al lado mío.

A veces me gusta que me palpite el vientre
Y  a veces, sólo dormir tranquila en el hueco de su hombro.

Y siempre, siempre
Necesito también su respeto ¿sabe?
No soy su amigo
Y odio ser su exceso
Y  a veces sólo necesito que me diga que me quiere
¡y no que me lo diga!
Que me lo demuestre.

Pero ya no sé ni como ¿sabe?
Las aves, los cardos, el pelo, su abrazo, mi vientre
El ruido…
            El hueco 


No hay comentarios:

Publicar un comentario