martes, 17 de noviembre de 2009

más sobre la eterna incomprendida

Como ya había comentado en un primer aparte de este tema,  de un tiempo para acá me he dado cuenta de lo importante que es  para la salud de la mujer (física, mental y espiritual) el tener en orden su ciclo y el vivir sus menstruaciones a conciencia. Por lo mismo, claro,  he empezado a echarlo realmente de menos cuando no está (por aquello de los ovarios poliquísticos, etc.) 
Pero cuando está, como hoy, finalmente empiezo a sentirme completa. Llegó ayer, justo con la luna nueva, y hoy yo me dejo arrastrar por sus oscuridades a sabiendas que me llevará a buen destino. Con el discurrir de la tarde y de la sangre, va cediendo todo mal... el alma entra en un extraño letargo donde el tiempo pasa más lento, y el entorno  se asemeja al sueño.  La mente está tranquila, el espíritu se siente ilimitado, la imaginación se precipita sobre los prados y los montes, bajo los lagos... entre los mares.  Todo se recoge luego sobre sí mismo, cierra los ojos, descansa... y poco a poco  exhala... y lentamente, muere...
Para sentir todo esto, sin embargo, hay que estar dispuestas a tomar la irrevocable decisión de parar.  Detener la diaria actividad frenética, detener el pensamiento y la disponibilidad a cualquier distracción. Esto es difícil claro, porque el ritmo que se nos impone no nos lo permite. Tenemos trabajo, visitas, salidas, fiestas. Tenemos agendas y citas, y una vida que no da espera a malestares meramente femeninos que hoy en día pueden controlarse con pastillas. Años de publicidad nos han obligado a pensar que lo correcto en estos momentos es tomarse una buscapina, comprarse una caja de tampones y salir a trabajar como si nada. ... y qué digo trabajar!  ¡lo que se nos propone es ir a jugar tenis o montar a caballo!  quien no lo hace, se estará dejando "doblegar" por esta enfermedad injusta y desagradable que se nos impuso a las mujeres y que es la culpa de todas nuestras debilidades....¡!   Así las cosas ¿quién querrá quedarse en casa a sentir cómo el tiempo pasa más lento? 
Pero yo sigo insistiendo. No sólo porque es parte natural de nuestra existencia, sino porque es una condición maravillosa de la que podemos sacar  increíble provecho. Es un tiempo para nosotras mismas... para entregarnos a la naturaleza y a sus fuerzas insoslayables. Es un tiempo para morir, para dejar ir...  un tiempo para despedirnos de la vida que no fue, y con ella dejar ir una parte de nosotras mismas.  Para dejar marchar todo lo doloroso, toda la enfermedad, todos los errores. Es también  un tiempo para prepararse para la vida que viene.  Un momento de descanso y reflexión antes de que el torbellino ineludible de la fuerza vital venga por nosotras para arrojarnos  al comienzo de un nuevo ciclo.  
Si no podemos tomarnos este tiempo (y seguro la mayoría no pueden hacerlo), tomémonos unos minutos al día. Un rato en la mañana al comenzar el día para dar las gracias por esta oportunidad que se presenta; para pensar en aquello que queremos que hoy muera. Un rato para mirar la sangre y saber que es limpia y bendita, y que durante estos días se llevará con ella todo mal. Un tiempo para observar nuestro cuerpo tratando de comprenderlo y amarlo, en lugar de estarle haciendo los típicos reclamos que en muchos casos tienen lugar en estos días. Sepamos en este momento que al pasar el día nos sentiremos más lentas y torpes, y que no debemos reprocharnos por esto, ya que esa lentitud es necesaria para este nuevo estado de conciencia que nos permite también estar más intuitivas y sensibles. 
Asimismo, en la noche, respiremos tranquilas. Pensemos en cómo transcurrió el día. Pensemos en todo  lo que se está yendo y en lo que podrá venir al final de este proceso de descanso gracias a la limpieza que ha sido realizada.  Recordemos en todo momento, que el periodo es un tiempo para la muerte y la resurrección. Un tiempo para la salud del cuerpo y del espíritu. 
Recientemente mi médico me dijo que no podía entender cómo las mujeres trataban de deshacerse de su menstruación  cuando lo que se necesitaría (según él) es que los hombres menstruaran también... "si así fuera, el mundo sería diferente" dijo.   
 ¡Pues bien!!! no podemos hacer que los hombres menstrúen, pero por lo menos debemos intentar que las mujeres lo disfruten, y se sientan dichosas de poder hacerlo.

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