martes, 8 de diciembre de 2009

Inmaculada Concepción




La Inmaculada Concepción 



Extracto del texto ARQUETIPOS DE LA DIOSA EN LA TRADICIÓN CRISTIANA  de Marianna García Legar  Enviado por Arbleda de Gaia




Estimado amigos: 


Este martes 8 de diciembre de 2010 se cumplen nueve años de la convocatoria de la ceremonia en la que se creó la Arboleda de las Hijas de Gaia. Por esta razón y por ser la fiesta de la Inmaculada Concepción, esta celebración es muy importante para mi. Quizás la Inmaculada Concepción sea uno de los arquetipos menos entendidos de la Diosa bajo el nombre de María. Para comprenderlo es necesario remontarnos a las leyendas que nos relatan el linaje familiar de Jesucristo. Según estas leyendas  María, al igual que Cristo, también es fruto de una concepción que no sigue los caminos humanos.
El linaje humano de Cristo es femenino. La tradición de las  leyendas marianas nos relata este linaje desde la bisabuela de Jesús: Emerenciana.

Emerenciana era una adolescente que solía visitar a los sabios eremitas del desierto. Estos ancianos tenían la misión de  transmitir la profecía que anunciaba la llegada del hijo de Dios que nacería de una joven virgen. Ellos gustaban de estas visitas,en las que recibían todo el encanto y la ternura de la joven como una brisa fresca que los alegraba.

Cuando Emerenciana llegó a la edad de contraer matrimonio, como dudaba entre casarse o hacerse eremita, pidió consejo a los ancianos. Oraron los sabios antes de darle una respuesta y al final del tercer día tuvieron una visión. En ella vieron una rama de árbol verde con un sólo fruto. Luego la rama se secaba y, una vez seca, daba un fruto muy hermoso envuelto de una claridad tan grande que costaba mirarlo. Los ancianos supieron que esta era la señal que habían pedido, pero no entendieron su significado.

Tres días siguieron orando hasta que oyeron una voz celestial que decía “Emerenciana es la raíz del lecho del que nacerá el Cristo; la rama verde es el matrimonio consumado de Emerenciana, la rama seca la esterilidad de su vejez, y la fruta luminosa una niña muy especial que Emerenciana alumbrará siendo anciana. Esta niña será venerada por los ángeles y anunciada por todo el orbe.”

Cumpliendo esta visión Emerenciana casó y pasaron los años.  Cuando cumplió sesenta y uno, una noche estando con su  marido en el lecho; una voz envuelta en un gran resplandor les anunció: “Emerenciana por la gracia divina concebirás a pesar  delas leyes de la naturaleza y parirás  una niña que será la madre de la Reina del Mundo. En ella se realizarán milagros incomprensibles. Haced el amor pues se aproximan tiempos de gloria”.
Emerenciana y su marido se amaron esa noche y Ana nació nueve meses después. Su nacimiento trajo consigo una ola de sanación para todos los que la rodeaban o venían a visitarla. A los 3 años fue presentada al Templo para ser una de las niñas sacerdotisas y vivió allí durante 5 años.

A los 18 años se casó con Joaquín pero no concibieron hijos, por lo que fueron repudiados por los sacerdotes del Templo, que alegaban que su matrimonio estaba maldito. Avergonzado, Joaquín huyo con su rebaño a la montaña y Ana, triste y desolada, se vistió con su traje de novia, se sentó bajo un laurel y comenzó a llorar. Entonces un ángel apareció y le dijo:

“Ana alégrate porque de tú serás la madre de la Reina del
Mundo. Vete a las puertas de la ciudad donde encontrarás a 
Joaquín que también ha sido convocado.”

Ana y Joaquín se encontraron en las puertas de la ciudad y se saludaron en un abrazo tan amoroso, que en ese mismo instante fue concebida María. Y esta leyenda es la que se celebra en la fiesta del 8 de Diciembre, el momento en que María es concebida por Ana y por Joaquín de modo milagroso o no humano: la concepción inmaculada de María, que abre la puerta a su existencia humana.

Las imágenes originales de la Inmaculada Concepción nos presentaban una doncella de pie sobre la Tierra y la Luna,  con la serpiente a sus pies embarazada de un sol que abarcaba el vientre y el pecho. Su vestido es blanco y su manto color cielo. Su cabeza está coronada con doce estrellas.  Esta es la representación del ser que encarna en el cuerpo humano de María: la Gran Madre de Sabiduría, representada en la corriente mística del cristianismo como Sofía, aspecto femenino de Dios, su novia amada y compañera de su trono omnipotente.

El embarazo del Cristo ya se anuncia en el seno de la Inmaculada como un sol que abarca pecho y vientre. Este aspecto de la representación se perdió, ya que la iglesia suprimió todas las imágenes originales de la Inmaculada Concepción en la que estaba embarazada. Así se perdió una de las claves fundamentales que ayudan a entender el arquetipo.

Tiene a sus pies la Tierra, la luna y la serpiente, tres símbolos irrefutables de la Gran Madre de las cultura matríztica de la Vieja Europa. Su cuerpo nos muestra a la Madre Divina como el espacio que contiene todo el Cosmos (sol, luna, tierra, cielo, estrellas...). Como el espacio que rodea y penetra la materia y sin el cual ésta no podría existir. Es la trama de vacío que sustenta la forma. Es forma y es vacío y es la síntesis de ambos.
Sus pies están firmemente asentados en la Tierra y sus brazos en postura de oración. Ella, es la Virgen Orante que ruega por nosotros como abogada, intercesora y mediadora. A veces a su alrededor podemos ver los símbolos que evocan diversos aspectos de su energía Puerta del Cielo, Vaso Espiritual, Fuente de Vida, Jardín Sellado, Ciudad Mística, Estrella de la Mañana, Espejo de Sabiduría, Rosa Mística, etc.

Si abrimos nuestra consciencia a las enseñanzas de esta leyenda y sus símbolos, cada 8 de diciembre todas podemos recibir en nuestro seno a la Reina de Toda Vida, bajo la forma de la niña divina que tiene que nacer en nosotras sellando la alquimia interior.

Que la Inmaculada Concepción nos siga pues acompañando por el camino de la sanación de lo femenino en el planeta. Con todo mi amor Benditos sean todos los seres.
Por todas nuestras relaciones
Por las 7 próximas generaciones
Marianna - Arboleda de Gaia 

Extractos del texto
ARQUETIPOS DE LA DIOSA EN LA TRADICIÓN CRISTIANA
de Marianna García Legar





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