miércoles, 3 de marzo de 2010

¿Cómo seguir?

Recientemente me cambié de casa y me fui a vivir a un movido lugar de Bogotá. También comencé un nuevo trabajo y un nuevo semestre de universidad. Y así, sin más, después de tantos años de relajada vida en el campo, todo cambió. Salidas, visitas, cervecitas, citas; cines, comidas, reuniones; exámenes, notas, informes, trabajos, madrugones...
De un tiempo para acá, siento que las horas pasan cada vez más rápido y que cada vez hay más y más cosas por hacer. No es que me queje, de ninguna manera... La actividad, el trabajo y la gente de la que nos rodeamos son las que nos devuelven el fuego al cuerpo... la VIDA a la vida. Pero a veces la euforia nos arrebata. Nuestras actividades cogen un momentum.. y todo nos atropella a la velocidad de un TGV. Por eso -y por falta de internet en mi nueva casa- había tenido un poco abandonado mi blog.
Pero es que para estar pendientes de cuestiones como las que aquí nos ocupan, para abrirle un espacio a las cosas nuevas en nuestra vida, para tener la perseverancia necesaria para asegurar nuevas amistades, nuevos espacios, nuevas formas de abordar nuestros días y en particular nuestro tiempo libre (el poco que tengamos) a veces no nos alcanzan las horas. Vivimos totalmente absorbidos por el mundo que marcha sin preguntarnos si tenemos tiempo o ganas de seguirle el paso. Lo que pasa, claro, es que seguirle el paso al mundo es siempre lo más fácil, aunque no necesariamente sea siempre lo más gratificante.
Y entonces ¿cómo seguir? Una vez la vida nos ha brindado la oportunidad de conocerle otros rostros, otras manos, otros pies... una vez hemos vislumbrado nuevos comienzos, nuevos caminos, nuevos finales... ¿Cómo seguirlos sin desfallecer en el intento? Y si me permiten ponerme menos metafórica, para ir directo al grano y mirar este gran problema a la cara: ¿Cómo cumplir con el trabajo, la universidad, los amigos y la familia sin perdernos a nosotros mismos? ¿Cómo estar en el mundo sin ser del mundo? ¿Cómo ser libres mientras cumplimos con las reglas de nuestras propias cárceles, a las que, al fin y al cabo, disfrutamos y queremos tanto?
Es difícil, en verdad. Y la pregutna es una y mil veces la misma: ¿Hay acaso que paladear el absurdo, hacerle el quite, burlarlo sutilmente mientras le hacemos guiños -como quien no quiere la cosa- a una vida más sensata? ¿o hay que, simple y terrorificamente, dejarlo todo y saltar al vacío? ¿cerrar los ojos, cruzar los dedos y abrir los brazos, esperando que antes del totazo final esos brazos abiertos se nos vuelvan alas de mariposa?

2 comentarios:

  1. esa es la pregunta del millon, y la respuesta pareciera ser que tan temeriaria resultaras ser tu: lo suficiente para saltar al vacio y dejar atras anos de adoctrinamiento a un sistema que te absorve y convence con placebos, o quedarte en la comodidad de seguir y no arriesgar porque es a lo que has sido programada toda tu vida. Voto por saltar al vacio....

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